martes, 1 de mayo de 2012

Érase una vez en el futuro


Bajo el nombre genérico de Érase una vez en el futuro, Giménez volvía en esta serie a su querida ciencia ficción, en una serie de cuatro adaptaciones de cuentos clásicos de Jack London y Stanislaw Lem que publicaría la revista 1984 a principios de la década de los 80.
Así, en la primera de las historias, Los Verdugos, traslada el original escenario marítimo de Jack London a una solitaria estación espacial para narrar la vuelta a la animalidad del sacrificio del débil para la supervivencia del fuerte. Giménez demuestra su particular capacidad para la expresividad de sus protagonistas, reflejada en el pánico de los jóvenes cadetes de la nave, candidatos involutarios a un sacrificio por el bien de la tripulación. La segunda historia, ¡Aquí base Sahamis llamando a Jessie!, vuelve a tomar a London como origen para un relato de denuncia del colonialismo salvaje de la humanidad.
Giménez abandona a London y opta por Lem en la historia más abiertamente humorística de la serie, El misionero, que narra la peripecia del padre Oribacio durante la evangelización de los bondadosos memnogos. Años después, Alfonso Font homenajearía esta historia con una nueva y terrorífica versión. Por último, y sin abandonar a Lem, Giménez presenta en Agonalia su mayor aproximación al universo humanoide francés en las elecciones escenograficas: tecnología omnipresente, pero de fundamento orgánico, unión entre biología y máquina, etc. El clásico dicho “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” es reescrito de forma brutal y terminante, llevándolo el extremo del tropiezo a una elección voluntaria absurda e inútil.

Érase una vez en el futuro
Dibujo y guión: Carlos Giménez
48 páginas b/n
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